viernes, 15 de diciembre de 2006

Máscaras (ficción humana)


Desde muy pequeños, el mundo nos enseña a no ser auténticos. A fingir lo que no somos, decir lo que no queremos, a "pensar" ideas de otros y hasta hacer de cuenta que sentimos lo que no sentimos ¿Quiénes somos verdaderamente cuando somos auténticos, cuando estamos frente a nosotros mismos? ¿Por qué hemos aprendido a querer agradar? ¿Por qué el doble discurso del "mostrate como sos" y la poca prensa mostrarse uno tal cuál es?


"si uno se mirase desde afuera sin piedad...

sin llorar, sin bondad

sin jamás dejarse engañar

sin hablar sin pensar

sin tocar las flores del mal..." Fito Páez. Normal 1.


Será cuestión de quitarse las máscaras, esas que se caen invariablemente en presencia de la soledad, el miedo, la desesperación, el absoluto...




Sobre las ficciones humanas (p. 252): Sobre Héroes y Tumbas (1963)
" siempre es terrible ver a un hombre que se cree absoluta y seguramente solo, pues hay en él algo trágico, quizás hasta de sagrado, y a la vez de horrendo y vergonzoso. Siempre – decía - llevamos una máscara, una máscara que nunca es 1a misma sino que cambia para cada uno de los papeles que tenemos asignados en la vida: la del profesor, la del amante, la del intelectual, la del marido engañado, la del héroe, la del hermano cariñoso. Pero, ¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie, nadie, nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca? Acaso el carácter sagrado de ese instante se deba a que el hombre está entonces frente a la Divinidad, o por lo menos ante su propia e implacable conciencia. Y tal vez nadie perdone el ser sorprendido en esa última y esencial desnudez de su rostro, la más terrible y la más esencial de las desnudeces, porque muestra el alma sin defensa"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos necesitamos, a veces de las máscaras. Pero cuando estamos frente a situaciones difíciles, las usamos, yo trato de no usarla, pero en este mundo competitivo hay que usarlas. Pero cuando estoy en mi casa sola, estoy con mi verdadero yo.