lunes, 5 de febrero de 2007

A mi abuelo


Hoy el sonido de la lluvia me trajo el recuerdo de mi abuelo. En esta tarde agobiante de febrero, las gotas pegan furiosas contra la ventana de mi habitación. Y mientras escribo, puedo escuchar esa sinfonía encantadora y curiosa ejecutada por los neumáticos de los autos, los taxis y los colectivos al deslizarse sobre el asfalto de la avenida mojada. Es casi un sonido respetuoso. Respetuoso, porque percibe que te estoy recordando. Es un sonido que me invita a homenajearte.
¿Cómo no recordar tus ojos azules, abu? Los más azules que haya visto en mi vida. Esos ojos grandes, analíticos y severos a los que nada escapaba, pero que a la vez eran tan tiernos y generosos cuando percibían necesidades en los otros. Esos ojos dejaban ver la belleza y la transparencia de tu alma ¿Cómo olvidar esa mirada cuidadosa y seria? Esos ojos siempre iban más allá y buscaban seguir aprendiendo, seguir creciendo a lo largo de tu vida. Nunca envejeciste abu, porque a diferencia de muchas personas, vos siempre tenías un proyecto entre manos, un libro por leer en tu escritorio, algún disco nuevo para escuchar y algo en mente para aprender.
Abu, te fuiste muy pronto. Querías verme recibida, y partiste un poco antes de mi primer final. Abu, cuánto me comprendías, cuánto me conocías y qué poco me daba yo cuenta de todo esto en ese entonces…
Nunca dudaste en alentar en mí todas aquellas cosas que a mamá le asustaban, como mi gran amor por la música, por ejemplo, y mi creciente inclinación por la literatura. Esas cosas que tal vez no sirven de mucho, pero que a vos y a mí siempre nos salvaron del abismo. ¡Cómo te emocionaste la primera vez que toqué para vos y sólo para vos ese Nocturno en Mi bemol de Chopin que tanto me había costado! Y celebraste mi logro con el acto más solemne, el de un mate amargo, de esos que vos cebabas. También recuerdo ese día en que me pediste que traduzca para vos la letra de la canción Yesterday de los Beatles, porque era la única que verdaderamente te gustaba y te quedaste pensativo y asombrado.
Abu, ¿cómo iba a suponer en ese entonces, que yo también llevaba el tango en la sangre? ¿Cómo iba a saber que el bandoneón comenzaría, un día cualquiera y sin querer, a ser espejo de mi alma, como lo fue de la tuya? Y nunca pude preguntarte si vos eras o no de los que pensaban que Piazzolla no es tango…A mí no me gustaba el tango cuando vos te fuiste, pero me gustaba cuando hacíamos ese intento de baile juntos en la cocina de tu casa.
Abu, ¡qué generoso fuiste! Ayudaste a cuanta persona te necesitó. Iluminaste la vida de cuanto ser te conoció y nunca querías que nadie te reconociera nada; esa humildad hermosa de los seres verdaderamente grandes. Abu, ¡qué parecido sos a la persona que quiero ser!
Y cómo me río abu, geminiano loco como tu única nieta mujer, al recordar lo cabeza dura que eras, luchador empedernido, lo obstinado en tus ideas, lo constante en tus ideales, algo que para bien o para mal, he heredado felizmente. Y qué emoción abu, cuando me dijiste ese día, a mis quince años, que vivías orgullosamente como abuelo, la etapa más feliz de tu vida.
Y ahora la tarde, como por milagro se fue despejando, y extrañamente, el sol vuelve a asomarse ahora, casi al atardecer. La avenida se ha secado a una velocidad casi misteriosa. Se va terminado la extraña sinfonía. Y se instala la imagen de tu sonrisa para quedarse conmigo siempre.

8 comentarios:

Lovely dijo...

Hola Luz,
Me has emocionado con este bonito recuerdo a tu abuelo, tan lleno de sentimiento. Me gusta como escribes.

Un beso

Anónimo dijo...

Oh Luli, que hermoso lo que escribistes sobre tu abuelo, también a mi me emocionó, y se me piantó un lagrimón, porque también, lo recuerdo, tan hospitalario. Es a la vez, como acordarme de mis abuelos, que tampoco estan conmigo...
...

Sebastián dijo...

La verdad que esté donde esté tu abuelo ha de estar muy orgulloso de la nieta que tiene. Que lo ama y que lo recuerda tan maravillosamente. Este abuelo que se fué pero que te sigue viendo desde las alturas, que te cuida y que por momentos baja a darte un abrazo y así recordar juntos esos momentos tan lindos que tienen y tuvieron en común.

Mahatma dijo...

Luz, qué lindo lo que escribiste. Me emocionó. Y ahora es como si conociera a tu abuelo.

Luz dijo...

Lovely, me halaga tu comentario y te doy una cálida bienvenida :)

Ceci, así era el abu, ¿te acordás?

Seba: más orgullosa estoy yo de un abuelo que me ha dejado el alma tan llena.

Mahatma, me emocionás vos a mí. Se te extrañaba por aquí, gurú!!!
Espero que nos cuentes cómo te ha ido en tus vacaciones.
Besos a todos y gracias por pasar por aquí.

Alfredo dijo...

Alguien dijo que las personas no mueren, solo se alojan en quienes quiere y de esa manera seguir buscando la perfeccion.

Anónimo dijo...

Me encantó lo que escribiste, me hizo acordar mucho a mi abuelo. Por más que nos duela que se hayan ido, tenemos tanta suerte de que haber sido parte de esas vidas!!
Saludos.

Luz dijo...

Te doy la bienvenida!! Y muchas gracias por tu comentario.
¡Qué afortunadas hemos sido con semejante abuelos! ¿Verdad?
Te mando un beso!!

LUZ